En Español: "Los Destituidos, Abrumados por Adversidades”
Episode 6 | 2h 10m 51sVideo has Closed Captions
Los Aliados liberan los campos Alemanes y el público ve la magnitud del Holocausto.
Un grupo de funcionarios del gobierno dedicados a la causa, apoyan a financiar las operaciones de rescate. En tanto que los soldados Aliados avanzan y van descubriendo fosas comunes así como liberando campos de concentración Alemanes, el público ve por primera vez la magnitud del Holocausto y comienza a entender sus repercusiones.
Corporate funding provided by Bank of America. Major funding provided by David M. Rubenstein; the Park Foundation; the Judy and Peter Blum Kovler Foundation; Gilbert S. Omenn and Martha A....
En Español: "Los Destituidos, Abrumados por Adversidades”
Episode 6 | 2h 10m 51sVideo has Closed Captions
Un grupo de funcionarios del gobierno dedicados a la causa, apoyan a financiar las operaciones de rescate. En tanto que los soldados Aliados avanzan y van descubriendo fosas comunes así como liberando campos de concentración Alemanes, el público ve por primera vez la magnitud del Holocausto y comienza a entender sus repercusiones.
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Learn Moreabout PBS online sponsorshipNarradora: El financiamiento de "Estados Unidos y el Holocausto," fue gracias a David M. Rubenstein, que invierte en personas e instituciones que nos permiten comprender el pasado y mirar hacia el futuro.
Y a estos miembros de la Better Angels Society: Jeannie y Jonathan Lavine, Jan y Rick Cohen, Allan y Shelley Holt.
La Fundación Koret, David y Susan Kreisman.
Jo Carole y Ronald S. Lauder.
El fondo de caridad de la familia Fullerton.
La Fundación de la familia Blavatnik.
Las organizaciones filantrópicas de la familia Crown, en honor a los miembros de las familias Crown y Goodman.
Y a estos miembros: La Fundación Park.
La Fundación Judy y Peter Blum Kovler, que respalda a quienes nos hacen recordar la historia de Estados Unidos y el Holocausto.
Gilbert S. Omenn y Martha A.
Darling.
Las Fundaciones Arthur Vining Davis, que invierten en nuestro futuro en común.
a la Corporación para la Difusión Pública y a televidentes como usted.
Gracias.
Locutor: Se recomienda discreción.
Este programa incluye contenido para adultos y violencia gráfica.
Una producción de Florentine Films.
Daniel: Hay personas que creen que todos los judíos que murieron en el Holocausto murieron en Auschwitz, en un campo de concentración o en una cámara de gas.
No, esta historia tiene muchos otros capítulos.
Narrador: Por mucho que lo intentó, Shmiel Jaeger no había conseguido salir junto con su esposa Ester y sus cuatro hijas de Polonia hacia Estados Unidos.
Las tropas alemanas llegaron a su pueblo natal, Bolechow, en el verano de 1941.
Semanas después, su hija Ruchele fue asesinada.
Ese, tan solo fue el comienzo.
Daniel: Hubo otra redada, fue más grande en la ciudad de mi familia.
Había 2,500 personas con mi tía abuela Ester y la niña más pequeña, Bronia, que en ese entonces tenía 13 años.
Mantuvieron a este inmenso grupo de gente en la plaza a las afueras de la alcaldía y allí ocurrieron muchas atrocidades, sobre todo contra los niños.
Hubo unos documentos soviéticos que habían salido a la luz, como un informe en el que había una lista de los niños que habían recibido disparos, y Bronia, de hecho, era la primera de la lista.
Esto salió en septiembre de 1942.
Lanzaban a los niños desde los balcones de la alcaldía, cosas terribles.
A los que sobrevivían a los dos días de la redada los enviaban a Belzec, y allí fue donde mi tía abuela Ester murió en la cámara de gas.
Logré averiguar que Shmiel se estaba escondiendo con su segunda hija, Frydka, y eso fue porque un chico polaco católico que estaba enamorado de ella los ayudó a esconderse en la casa de su maestro de escuela.
Durante un tiempo indeterminado lograron permanecer escondidos, el padre y su hija, en un refugio subterráneo.
Hasta que alguien los traicionó.
Los encontraron, los sacaron, les dispararon a ambos y también mataron al maestro de escuela.
La hija mayor, Lorka, se unió a un grupo partidista que operaba con algunos devotos polacos en un bosque cercano.
La mataron cuando aniquilaron a todo el grupo.
A excepción de mi pobre tía Ester, nadie fue asesinado en un campo.
Todos fueron asesinados de diferentes formas y creo que eso ya se está borrando, la particularidad de lo que sucedió.
Deborah: Esa es la tragedia.
Millones de personas que no pudieron ser rescatadas.
Estaban en manos de los alemanes.
Estaban en lo profundo de Europa Oriental.
Estaban en Alemania, Austria, Francia, Bélgica y los Países Bajos.
Pero hubo personas que habían llegado a Portugal, que habían llegado a España.
Algunas personas con el tiempo llegaron a África del Norte.
Si ustedes hubieran recibido más personas de esos países, quizás habrían podido llegar más refugiados.
Quizás más personas que huían habrían podido entrar.
¿Estamos hablando de rescates de cientos de miles?
No.
Pero si es tu familia, no importa si es uno solo.
Los Estados Unidos y El Holocausto.
Narrador: Justo antes de que Estados Unidos entrara a la Segunda Guerra Mundial, Alemania había prohibido que los judíos emigraran de cualquier país que hubiera capturado.
Para ellos, la Europa ocupada ahora se había convertido en una prisión y Adolf Hitler tenía las llaves.
Los estadounidenses seguían sin estar dispuestos a recibir inmigrantes.
El temor por una subversión extranjera, previa a Pearl Harbor, solo se intensificó después.
Roosevelt declaró la costa oeste como "zona militar" y obligó a 120,000 personas de ascendencia japonesa que vivían allí a ir a campos de internamiento.
La mayoría eran ciudadanos.
El Departamento de Justicia internó a miles de llamados 'extranjeros enemigos', inmigrantes alemanes e italianos sospechosos de tener posturas fascistas.
"Esta guerra puede terminar de dos formas", recalcó Hitler a comienzos de 1942.
"O los pueblos arios son exterminados o la judería desaparece de toda Europa".
En pocos meses, el pueblo estadounidense vio los primeros informes de que los nazis habían comenzado a asesinar a todos los hombres, mujeres y niños judíos de manera sistemática en todo el continente.
Los judíos estadounidenses y sus partidarios imploraron que se hiciera algo, de algún modo, para detener la masacre.
Pero el presidente Roosevelt y su alto mando estaban convencidos de que los Aliados solo podrían ponerle fin aplastando a los nazis y ganando la guerra lo más rápido posible.
Deborah: El mantra era que rescataríamos a esas personas ganando la guerra.
El problema era, y muchos lo sabían, en algunos círculos gubernamentales, desde luego, que cuando se ganara la guerra, pocas de esas personas estarían vivas.
Pero la idea que predominaba en el Gobierno estadounidense era que cualquier medida de rescate sería una distracción del esfuerzo bélico.
Ambas cosas se podían hacer al mismo tiempo, pero estaba claro que nadie quería a esas personas.
Esto no es algo de lo que quedará en los anales de la historia sobre las cosas buenas que hizo Estados Unidos.
Eso pertenece a otras páginas.
Episodio Tres.
Sin Hogar, Desposeídos (1942) Ana: Escribir en un diario es una experiencia muy rara para alguien como yo.
No solo porque nunca he escrito nada antes, sino porque me parece que más adelante, ni yo ni nadie tendrá algún interés en las reflexiones de una colegiala de 13 años.
Bueno, no importa.
Quiero escribir, y siento una necesidad muy grande de sacar toda clase de cosas y desahogarme.
Narrador: En la Ámsterdam ocupada por los nazis, Otto e Edith Frank luchaban porque su familia tuviera una vida lo más normal posible.
El 12 de junio de 1942 fue el cumpleaños número 13 de su hija menor, Ana.
Entre sus regalos, había un diario que ella pronto llenaría con los perfiles de sus compañeros en el Liceo Judío al que los alemanes ahora la obligaban a asistir, de las niñas que le agradaban y las que no, y los chicos que le agradaban y que parecían gustar de ella.
Para los Frank y otras familias judías, como sus vecinos, los Geiringer, refugiados de Austria, la vida bajo los nazis ahora era cualquier cosa menos normal.
Eva: En las primeras semanas nada había cambiado mucho.
Y entonces pensamos: "Bueno, quizás no quieren hacer nada en Holanda".
Los holandeses eran muy normales, nos decían cosas como "ustedes son de aquí, los protegeremos.
No tienen nada de qué preocuparse".
Pero ellos no contaban con las medidas que los alemanes iban a implementar gradualmente.
En el primer año fueron una molestia.
Interfirieron con nuestra forma de vida, pero no fue nada peligroso.
No podíamos usar el transporte público, por ejemplo.
Pero todos teníamos bicicletas.
Pero entonces, tuvimos que entregar nuestras bicicletas.
Y después tuvimos que usar la estrella amarilla, por lo que las personas que salían a la calle podían ser reconocidas como judíos.
Eso se volvió muy peligroso porque las personas desaparecían de la nada.
Yo no quería usarla, era obstinada.
Dije: "Sé que soy judía, ¿por qué tengo que usar una estrella?"
Pero todo el mundo tenía identificación, y en la identificación de un judío decía que era judío, a veces incluso tenía una "J".
Entonces, si te detenían mientras no usabas la estrella y te pedían los papeles, te deportaban de inmediato.
Ana: 5 de julio de 1942.
Hace unos días, mientras caminábamos por la plaza de nuestro vecindario, papá comenzó a hablar de escondernos.
Se oía tan serio que me asusté.
"No te preocupes, nos ocuparemos de todo.
Solo disfruta tu vida sin preocupaciones mientras puedas".
Eso fue todo.
!¡Oh, que esas sombrías palabras no se hagan realidad durante el mayor tiempo posible!
Narrador: La familia Frank estaba en peligro constante, por lo que habían comenzado a trasladar sus pertenencias lentamente a un anexo en el depósito de la calle Prinsengracht 263, en donde estaba la empresa de Otto Frank.
Unos cuantos empleados gentiles de confianza habían aceptado ayudar a los Frank a sobrevivir ocultos llegado el momento.
"Nos iremos por nuestra voluntad y no esperaremos a que nos saquen a rastras", dijo Frank.
Pero entonces llegó una carta certificada.
La hermana mayor de Ana, Margot, de 16 años, sería incluida en el primer grupo de refugiados judíos en Holanda que serían enviados a trabajar a un campo de trabajo alemán.
Los Frank, se ocultaron en su escondite a la mañana siguiente.
Dado que los judíos ahora tenían prohibido usar el tranvía o andar en bicicleta, se vieron obligados a cargar los artículos domésticos que faltaban por las calles.
Ana: Ahí estábamos, caminando bajo la intensa lluvia, todos con una mochila y una bolsa de compras repletas de una gran variedad de artículos.
Las personas de camino a trabajar a tan tempranas horas nos miraban con compasión.
En sus rostros era evidente que lamentaban no poder ofrecernos transporte.
La llamativa estrella amarilla hablaba por sí sola.
Narrador: A los dos pisos que Ana llamaría su 'anexo secreto' solo se podía entrar por una puerta bloqueada por una biblioteca, y ya era estrecho antes de que cuatro judíos más en busca de un escondite se les unieran.
La misma semana que los Frank desaparecieron, también se fueron sus amigos, los Geiringer, y por la misma razón.
El hermano mayor de Eva Geiringer, Heinz, al igual que Margot Frank, había sido convocado para lo que los nazis denominaban "servicio de trabajo".
Eva: Heinz tenía 16 años.
Mi padre nos llamó una tarde y dijo: "No vamos a enviar a Heinz, es demasiado peligroso".
Narrador: Miembros de la resistencia neerlandesa les proporcionaron papeles falsos y escondites.
Pero la amenaza constante de redadas de la Gestapo obligó a los Geiringer a separarse temporalmente.
Eva se escondería con su madre y Heinz, con su padre.
Eva: Comencé a llorar.
Yo no quería separarme de ellos porque estaba muy apegada a mi hermano y a mi padre.
Y mi padre me dijo: "Si estamos en dos lugares distintos, "la posibilidad de que dos de nosotros sobreviva es mayor.
Entonces, sobrevive".
Y fue la primera vez que me di cuenta de que en realidad era cuestión de vida o muerte.
Y eso es aterrador cuando tienes 13 años.
Dije: "¿Qué quieres decir?
¿Nos van a matar?"
Una vez a la semana más o menos, golpeaban a la puerta en la noche y la gente debía abrir para que registraran su casa.
Había un rumor por ahí de que, en otra casa, las camas seguían calientes.
Tocaron las camas.
Entonces demolieron todo el apartamento hasta que los encontraron.
Y claro, también se llevaron a los dueños de casa.
Entonces claro, cuando oyes esa clase de historias, la gente dice, "saben, "ya no podemos soportar esta tensión.
Tienen que irse".
Y nos mudamos unas siete veces a lugares diferentes, mi madre y yo.
Mi madre en Austria, solía ser un borrego, pero de repente se convirtió en tigre, protegiendo a sus hijos.
Cuando nos ocultamos, mi padre me dijo: "No te preocupes, no será por mucho tiempo.
En Navidad, la guerra ya habrá terminado", a finales del 42 claramente seguía.
Ana: El silencio es lo que me pone tan nerviosa en las tardes y las noches.
Daría todo lo que tengo porque alguno de nuestros ayudantes durmiera aquí.
Tengo mucho miedo de que descubran nuestro escondite y nos maten.
Ese prospecto es bastante sombrío, claro está.
Deborah: A finales de junio del 42, el Chicago Tribune informó sobre el asesinato en masa de judíos.
Y al igual que muchos otros periódicos, el Tribune lo incluyó en la página seis o siete en un artículo pequeñito.
O no lo veías, o si lo veías, podrías decir que los editores creían que no era cierto.
Si creyeran que era cierto, estaría en primera plana.
Narrador: Algunos periódicos sí pusieron la noticia en primera plana, como el Pittsburgh Courier, un periódico afroamericano, y decía: "Los nazis podrían darles unas cuantas lecciones a los blancos sureños".
Tres años después de su fallido viaje hacia Cuba a bordo del St. Louis, Sol Messinger y sus padres por fin lograron llegar a Estados Unidos en junio de 1942 a bordo del Serpa Pinto, el mismo barco que diez meses atrás había traído a Susie y a Joe Hilsenrath.
Sol: Nuestro patrocinador era un hombre de Buffalo que tenía una tienda de muebles, y era familiar de un familiar a quien conocíamos en Berlín.
Él fue quien nos auspició.
Fue maravilloso estar en Estados Unidos y no sentir miedo de los oficiales de policía.
Estar con parientes que no conocías de antes, pero que sin duda nos querían.
Y se podía ver que las personas estaban más o menos tranquilas, no sentían preocupación de que la policía los detuviera y cosas así.
Era asombroso.
Narrador: Mientras se ajustaba a la vida en Buffalo, a Sol le preocupaba Leon Silber, un amigo que hizo a bordo del St. Louis y cuya familia había huido a la misma aldea a la que él había escapado en el sur de Francia.
Sol: Seis semanas después de que nos fuimos, sus padres debieron escuchar que algo estaba a punto de pasar.
Fueron con su maestra y le pidieron que ocultara a Leon, y ella aceptó.
Al día siguiente, la policía llegó y se llevó a sus padres.
Entonces, al segundo día de estar escondido en la escuela, decidió que quería estar con sus padres.
Salió de la escuela y fue a la policía, les dijo quién era y que quería estar con sus padres.
Y así fue.
Lo asesinaron en Auschwitz.
Fue uno del millón y medio de niños que los alemanes asesinaron, junto con todos mis primos.
Narrador: El 29 de julio de 1942, poco más de tres semanas después de que las familias Frank y Geiringer se ocultaran en Ámsterdam, un empresario alemán con buenos contactos llamado Eduard Schulte, abordó un tren hacia Zúrich, en la Suiza neutral.
Le dijo a su personal que iban a viajar por negocios.
Pero en mente tenía otro objetivo secreto.
Desde el comienzo, Schulte vio a los nazis como una 'banda de criminales'.
Su guerra solo terminaría en desastre para Alemania y él ya había hecho este peligroso viaje varias veces para hablar con agentes polacos y suizos sobre posibles movimientos de las tropas alemanas.
Se había enterado por un empleado, que tenía contactos nazis, que doce días antes, Heinrich Himmler había hecho una visita formal al campo de concentración, en la Polonia ocupada, que ahora se llamaba Auschwitz-Birkenau.
Himmler había estado allá dos días, había visto llegar el primer tren con 2.000 judíos desde Holanda, observó la selección de quienes eran aptos para trabajar, quedó mirando de forma impasible como las 447 personas que no fueron consideradas aptas eran asesinadas de inmediato con un nuevo método del que Rudolf Hoess, el comandante, se sentía particularmente orgulloso.
En lugar de depender del monóxido de carbono que producían los motores de combustión interna que se dañaban con frecuencia, las SS de Auschwitz habían comenzado a usar gránulos de Zyklon disponibles en el mercado, un potente pesticida que se vaporizaba a base de cianuro que reducía los costos de matar a casi un centavo de dólar por víctima.
El mismo método sería adoptado en Majdanek, uno de los seis centros de exterminio en la Polonia ocupada.
Deborah: Las cámaras de gas tenían un solo objetivo nada más: asesinar a la mayor cantidad de personas que se pueda de la forma más eficiente posible.
Narrador: Himmler quedó tan impresionado que promovió a Hoess a teniente coronel y lo instó a ampliar el campo lo más rápido posible.
Dijo: "El programa de exterminio continuará, y todos los meses se va a acelerar".
Schulte estaba decidido a hacer llegar la explosiva información a los líderes judíos en Gran Bretaña y Estados Unidos, con la esperanza de que pudieran persuadir a sus Gobiernos de hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.
En Zúrich, Schulte le contó lo que sabía a un amigo banquero judío que finalmente transmitió el relato a un representante del Congreso Judío Mundial de 30 años, un refugiado llamado Gerhart Riegner.
Rebecca: Riegner oyó decir a otras personas que los nazis planeaban reunir a los judíos en el este y asesinarlos antes de que se acabara el año.
Se obsesionó con el tema.
Es algo que no lo dejaba dormir.
Finalmente, el 8 de agosto de 1942, decidió que iba a difundir la historia por el mundo, que iba a lograr que los Aliados hicieran algo al respecto.
Así que fue al consulado de Estados Unidos en Ginebra y le relató lo que sabía al vicecónsul.
Narrador: Riegner, era "una persona seria y equilibrada", el vicecónsul escribió en su memorando.
Pero su jefe fue displicente y agregó una carta introductoria antes de enviar el memorando a Washington, en la que advertía que el relato de Riegner tenía todas las características de un rumor de guerra.
La persecución de los nazis a los judíos era innegable, pero, la noción de que los nazis ahora se estuvieran preparando para matarlos era simplemente imposible de creer para muchos en el Departamento de Estado.
Rebecca: Los funcionarios del Departamento de Estado determinaron que la información no era buena.
Y esto es crucial.
Dijeron: "Incluso, si fuera verdad, no hay nada que podamos hacer al respecto".
Creen que ya están haciendo todo lo que pueden para ayudar a los judíos y que cualquier clase de manifestación, petición o protesta exigiéndoles que hicieran más, significaría desviar los recursos del esfuerzo bélico.
Muchos de ellos también son racistas, antisemitas y nativistas.
Por eso hay que preguntarse si parte de sus inquietudes, de su molestia, también se debía al hecho de que les pedían ayudar a los judíos.
Narrador: Pero Riegner también le había contado el relato a un funcionario consular británico que le contó a un miembro del Parlamento que era judío, quien a su vez le dijo a Stephen Wise, el rabino más conocido en Estados Unidos.
Wise le contó al secretario de Estado adjunto, Sumner Welles, quien le pidió no decir nada hasta que se supiera de verdad qué tan cierto era todo lo que decía.
Wise tenía casi 70, estaba agotado de tanto trabajar y su salud empeoraba.
Le dijo a un amigo que estaba viviendo los días más tristes de su vida.
"Esto no me deja dormir", escribió, y "estoy al borde de la locura por el dolor de mi pueblo".
En los siguientes dos meses, informes desde el Vaticano, la Cruz Roja y de otros testigos de Riegner, indicaban que el horror que había descrito era real.
Welles citó a Wise en Washington nuevamente y seriamente le dijo que las evidencias justificaban sus 'peores miedos'.
Wise llamó a la Associated Press.
Ya no quedaba ninguna duda.
Les dijo a los reporteros que dos millones de judíos ya habían muerto, algo que a la postre resultaría ser una gran subestimación porque ya habían sido asesinados cuatro millones, y que los nazis tenían la intención de seguir matando judíos mientras hubiera judíos que matar.
♪ [música] ♪ La historia por fin llegó a la portada del New York Herald-Tribune, donde apareció junto con otra historia atribuida al Gobierno polaco exiliado en Londres, en la que se describía cómo los judíos del gueto de Varsovia eran transportados en vagones de carga hasta Treblinka, Belzec y Sobibor en donde, al parecer, los estaban masacrando.
Rebecca: Cuando el mensaje de Riegner por fin llegó a los estadounidenses, en noviembre de 1942, fue la primera información verificada que tuvieron de que los nazis tenían un plan para asesinar a todos los judíos de Europa.
Narrador: La Associated Press le dio bastante difusión a la noticia, aunque su impacto se vio atenuado por los informes de los enfrentamientos en África del Norte, a donde acababan de llegar las tropas estadounidenses, así como de Stalingrado, donde los soviéticos por fin habían acabado con el asedio alemán.
El corresponsal de Radio CBS, Edward R. Murrow, tal vez el reportero más respetado del país, fue implacable en su programa: "Esto es lo que está sucediendo", dijo.
"A millones de seres humanos, en su mayoría judíos, los acorralan con una eficiencia despiadada para asesinarlos".
Organizaciones judías de todo el mundo declararon el 2 de diciembre de 1942 un Día de Duelo.
El 8 de diciembre, Stephen Wise y otros tres líderes judíos se reunieron con el presidente.
Le dijeron que, a menos que se tomen medidas de inmediato, los judíos de Europa están condenados".
Roosevelt dijo que estaba al tanto de los 'horrores' de los nazis, pero no tenía una solución inmediata.
"Nos estamos enfrentando a un demente", dijo.
"Hitler y la gente que lo rodea son unos psicópatas.
"Por eso, no podemos actuar contra ellos por medios normales".
Franklin: Primero está la libertad de expresión.
Narrador: Incluso, antes de que Estados Unidos entrara a la guerra, Roosevelt se había fijado como uno de sus objetivos generales la "libertad de las personas a adorar a Dios a su manera en todo el mundo".
Denunció los crímenes nazis en repetidas ocasiones y prometió que aquellos que los cometían serían castigados cuando se ganara la guerra.
Pero siempre tuvo cuidado de afirmar que entre las víctimas de Hitler había toda clase de personas, no específicamente judíos.
Rebecca: El Departamento de Guerra no quería que los soldados estadounidenses supieran mucho sobre la persecución de los judíos porque pensaban que los soldados no lucharían con fuerza si creían que los habían enviado en secreto a salvar a los judíos.
Y las organizaciones judías, claro está, entendían el asunto.
No querían que los estadounidenses vieran esto como una guerra por los judíos.
Narrador: Aun así, nueve días después de que Roosevelt se reuniera con el rabino Wise, Estados Unidos se sumó a una declaración de los Aliados que se emitió en Washington, Londres y Moscú de forma simultánea.
La declaración condenaba 'de la manera más enérgica posible esta política bestial de exterminio a sangre fría'.
Reafirmaba la seria resolución de los Aliados 'de garantizar que todos aquellos responsables 'de estos crímenes, no queden sin castigo, 'y a seguir avanzando con las medidas necesarias para conseguirlo'.
Pero no se recomendaron otras medidas prácticas específicas más allá de triunfar en el campo de batalla.
Hombre 1: De un pueblo tunecino a otro, marcha triunfante el octavo ejército expulsando a las tropas del Eje que retroceden hacia el norte al tiempo que británicos, franceses y estadounidenses los atacan desde el oeste... Daniel: Como nación, nos unimos para derrotar al fascismo.
Pero como nación no nos unimos para rescatar a sus víctimas.
Hombre 2: Y ahora, el alto mando mira con impaciencia hacia el otro extremo del Mediterráneo, a la fortaleza de Hitler, Europa.
Peter: Setenta y cinco por ciento de las víctimas del Holocausto murieron antes de que los soldados estadounidenses llegaran a Europa continental.
El 90% de las víctimas murieron en el cuadrante nororiental de Europa: Polonia, Lituania y las actuales Bielorrusia y Ucrania, pero que eran de la Unión Soviética.
Todos están fuera del alcance de los aviones estadounidenses en Gran Bretaña.
Ningún avión estadounidense pudiera volar hasta cualquiera de esos campos de la muerte a impedir el proceso de asesinato en su momento más álgido, en 1942 y enero de 1943.
Creo que lo único que podían haber hecho era difundir más lo que estaba sucediendo y organizar una resistencia tras bambalinas.
Pero siempre se vieron cohibidos al respecto, porque no olvidemos que la propaganda nazi decía que Roosevelt y Churchill eran títeres de los judíos.
Que estaban luchando en la guerra por los judíos.
Y esta propaganda de los nazis tuvo un gran impacto.
Cualquier cosa que los Aliados hicieran que pareciera defender a los judíos de forma explícita corría el riesgo de hacerle juego a esa propaganda.
Narrador: A pesar del cubrimiento en primera plana y de la declaración de los Aliados, una encuesta Gallup, que se llevó a cabo a comienzos de enero de 1943, mostró que menos de la mitad de los encuestados podían creer que los nazis pudieran haber asesinado a dos millones de judíos.
Y mucho menos a cuatro millones.
Mujer: "Druja, Polonia.
"Martes, 4 de la mañana, 16 de junio de 1942.
"!¡Queridos míos!
"Les escribo esta carta antes de mi muerte, "pero no sé qué día exactamente mis parientes y yo "seremos asesinados solo porque somos judíos.
"Nos estamos escondiendo en un refugio.
"Mi mano tiembla y me cuesta trabajo "terminar de escribir.
"Adiós.
"En nombre de todos: papá, mamá, Sima, Sonia, Zusia, Rasia, "Yehezkel.
"Y en nombre del pequeño Zeldaleh, que todavía no entiende nada".
Fanya Barbakow.
Hombre 3: El Volga es donde la gran contraofensiva del ejército soviético está al mando del general Zhukov.
Él comanda la estrategia de las victorias rusas.
En el frente de Stalingrado podemos ver la clase de tácticas de combate que frenaron a los alemanes por primera vez y que ahora los hacen retroceder, atrapando a un gran número de ellos.
Narrador: A comienzos de 1943, el rumbo de la batalla se inclinó contra los nazis.
En Stalingrado, los soviéticos, armados y provistos de camiones, tanques y aviones estadounidenses, destruyeron el sexto ejército alemán por completo.
En África del Norte, las fuerzas británicas capturaron a 250,000 prisioneros alemanes e italianos, y salvaron la vida de cientos de miles de judíos que vivían o buscaban refugio allí.
Entretanto, el ritmo de la masacre de los judíos se redujo, en gran medida, debido a que quedaban muy pocos para matar.
Los que sí sobrevivieron eran necesarios como mano de obra esclavizada o vivían en su mayoría en Rumania y Hungría, países aliados de los nazis, pero no controlados por ellos.
En Estados Unidos se intensificó la agitación pidiendo medidas contra la matanza.
El rabino Wise y los líderes de otras organizaciones judías reconocidas siguieron asesorando a la administración Roosevelt, pero sus consejos ya antes habían sido debatidos y luego rechazados o ignorados.
Y pronto se enfrentarían a un grupo rival más militante que el de ellos.
Su nombre cambiaba constantemente, pero su filosofía era la misma.
Su fundador fue Peter Bergson, un recién llegado de Palestina y miembro de Irgún, un grupo paramilitar sionista que consideraba al rabino Wise y a la mayoría de sus aliados judíos, unos 'indecisos estadounidenses de ascendencia judía', no miembros auténticos de 'la nación hebrea'.
La causa de Bergson ahora era el rescate.
Con ayuda del libretista Ben Hecht, produjo una avalancha de anuncios en periódicos acusando a la administración de ignorar el drama de los judíos europeos.
♪ [música religiosa] ♪ El 9 de marzo de 1943, llenó el Madison Square Garden dos veces con una elaborada representación llamada "!¡Nunca moriremos!"
Era un relato, en su gran mayoría desde el punto de vista de los muertos en el que participaron 200 rabinos, cantores y un elenco de estrellas, como Edward G. Robinson, John Garfield y Paul Muni.
Paul: Este no es un problema judío.
Es un problema que le atañe a la humanidad y es un desafío al alma del hombre.
Narrador: El show estuvo en Boston, Filadelfia, Washington, Chicago y en el Hollywood Bowl.
Su compositor, Kurt Weill, un refugiado de los nazis, se sintió complacido por la gran cantidad de personas que asistieron, pero sintió que la representación no logró mucho: "Lo único que hemos hecho es hacer llorar a muchos judíos", dijo.
"Ese no es un logro significativo".
Pero sí impresionó a la primera dama y a veintenas de congresistas.
Mientras el show seguía de gira, se supo que algunos de los 70.000 judíos que seguían vivos en el gueto de Varsovia se habían rebelado contra los nazis y no habían sido deportados a Treblinka.
Ya habían enterrado arte, diarios, poemas y notas finales en latas de leche metálicas.
Un adolescente escribió que también esperaba "alertar al mundo sobre lo que pasó en el siglo XX.
Que la historia dé fe de ello".
Este levantamiento fue la rebelión judía más grande de la guerra.
Los alemanes tardarían más de un mes en acabarla, arrasar con el gueto y enviar a los sobrevivientes a su muerte.
Freda: Freda Kirchwey, revista "La Nación".
En este país, usted y yo, el presidente, el Congreso y el Departamento de Estado somos cómplices de un crimen y tenemos la misma culpa que Hitler.
Si nos hubiéramos comportado como un pueblo humanitario y generoso en lugar de uno complaciente y cobarde, los judíos que hoy yacen en la tierra de Polonia y de otros abarrotados cementerios de Hitler hoy estarían vivos y a salvo.
Y otros millones que faltan por morir habrían encontrado refugio.
Teníamos el poder de rescatar a este pueblo condenado y no movimos un dedo para hacerlo.
O quizás, sería más justo decir que solo levantamos un cauteloso dedo envuelto en un guante apretado de cuotas, visas, declaraciones juradas y una gruesa capa de prejuicio.
Narrador: Gerhart Riegner, cuyo informe desde Suiza había alertado a Estados Unidos sobre la actual política nazi de exterminio, envió otro mensaje desesperado a Washington.
Decenas de miles de judíos deportados por los nazis estaban ahora atrapados en el norte de Rumania sin ropa abrigada.
Acababan de padecer otro duro invierno.
Riegner creía que podía mantenerlos vivos con ayuda de la Cruz Roja Internacional.
También creía que podría ayudar a niños judíos que seguían ocultos en Francia a escapar por las fronteras de Suiza y España.
Rebecca: Reigner tenía muchas conexiones con organizaciones clandestinas grupos clandestinos y partidistas en estos países.
Pensaba que, si lograba conseguir el dinero, podría enviarlo a Francia o a Rumania para que las personas pudieran comprar ropa y comida, o para que compraran documentos falsos o sobornar a guardias en las fronteras para que los niños escaparan por estas.
Narrador: La organización de Riegner, el Congreso Judío Mundial, suministraría el dinero, pero Riegner necesitaba una licencia especial del Departamento del Tesoro, que por lo habitual prohibía todos 'los acuerdos financieros o comerciales en territorio enemigo'.
El 23 de junio de 1943, la solicitud de Riegner llegó al escritorio de John Pehle, un hombre de 34 años que dirigía el departamento de Control de Fondos Extranjeros en el Tesoro.
John: El Departamento de Defensa era muy pesimista.
Les preocupaba la posibilidad de que los fondos llegaran a manos de los alemanes.
No obstante, lo revisamos y decidimos que podríamos poner salvaguardas en los procedimientos para que ninguna moneda extranjera llegara a los alemanes.
Narrador: Pehle otorgó la licencia y la envió al Departamento de Estado para que fuera transmitida a Suiza, suponiendo que llegaría a Riegner con rapidez.
Pero el personal del secretario de Estado adjunto Breckinridge Long, quien había sido un firme opositor a ayudar a los refugiados judíos desde un comienzo, la archivaron discretamente.
A comienzos de septiembre de 1943, cuando las tropas estadounidenses y británicas llegaron a Italia y por fin pisaron tierras europeas, John Pehle insistió que Estados Unidos debía participar activamente en el intento de rescatar a los judíos europeos sobrevivientes, y que él haría todo lo posible para ayudar.
Rebecca: John Pehle era hijo de un inmigrante alemán.
Su padre había llegado de Alemania cuando era adolescente y su madre era hija de inmigrantes suecos.
Creció en Omaha.
Fue a la universidad allí y luego entró a Yale.
Pero venía de una familia que no siempre tuvo mucho dinero y que era una familia inmigrante.
Creo que por eso él era un poco más compasivo con el drama de las personas que no venían de familias ricas y privilegiadas.
Pehle también creía que Estados Unidos era una fuerza de bien en el mundo.
Una fuerza de bien para la humanidad.
Eso influyó en muchas de sus decisiones.
Estados Unidos no puede ser aislacionista, somos parte de una comunidad global y tenemos que tratar a todos como conciudadanos del mundo.
Narrador: El 28 de julio de 1943, el embajador del Gobierno polaco en el exilio llevó a un hombre llamado Jan Karski a la Casa Blanca para reunirse con el presidente Roosevelt.
Karski era un mensajero católico del Estado secreto polaco que había sobrevivido a la tortura de la Gestapo y que había logrado entrar y salir encubierto del gueto de Varsovia y de un campo de tránsito que enviaba judíos al centro de exterminio en Belzec.
Roosevelt lo cuestionó minuciosamente sobre la situación en la Polonia ocupada por los nazis.
Jan: No se mencionó ningún problema judío sino hasta el final de la conversación.
Señor presidente, también tengo una misión en nombre de los judíos polacos.
Ayuda del exterior.
Los judíos en Polonia van a morir.
Narrador: Antes de irse, Karski le preguntó a Roosevelt si tenía un mensaje para los polacos.
"Dígales que vamos a ganar esta guerra", contestó Roosevelt.
"Dígales que castigaremos a los culpables.
"La justicia y la libertad prevalecerán.
Dígale a su país que tiene un amigo en esta casa".
Daniel G.: Roosevelt también le dijo a Karski reunirse con Felix Frankfurter, que en esa época estaba en la Corte Suprema.
Frankfurter era judío.
Karski le contó a Frankfurter lo que había visto en Varsovia y en otras partes de la Polonia ocupada.
Jan: Solo me dijo: "Mira, ¿sí sabes que soy judío?
"Entonces dime qué está pasando con los judíos en tu país.
Los informes aquí son contradictorios".
Cuando terminé, Frankfurter dijo: "Soy incapaz de creer lo que me acaba de decir".
El embajador se sobresaltó.
"Felix, no lo dirás en serio.
No le puedes decir en su cara que está mintiendo".
"Señor embajador, yo no dije que ese joven esté mintiendo.
Dije que soy incapaz de creer lo que me dijo".
Deborah: Los soviéticos llevaron a un grupo de reporteros a Babi Yar, donde ocurrió uno de los primeros asesinatos en masa de judíos.
Allí los guiaron dos personas que, según los soviéticos, eran sobrevivientes de la masacre.
Ellos los llevan a los campos en los que tuvieron lugar estas masacres.
Había pedazos de huesos, lentes rotos, dientes y toda clase de cosas que, que eran indicio de lo que había pasado.
En este recorrido por Babi Yar había reporteros estadounidenses, y uno de ellos escribió un informe que estaba plagado de dudas y cuestionamientos.
Si yo estuviera leyendo eso y sintiera al menos un poco de escepticismo sobre la veracidad de lo que estaba pasando, podría decir que era pura propaganda de guerra, o historias de atrocidades.
Y las historias de atrocidades son, en pocas palabras, noticias falsas.
Quien estuviera en su casa en Chicago, Des Moines, St. Louis, Nueva York, en donde sea, y leyera esa clase de informes pensaría, "esto no puede ser verdad, no puede ser verdad".
Locutor: Los nazis mataron a casi 80,000 judíos de Kiev en el 41.
Narrador: A comienzos de octubre de 1943, Heinrich Himmler habló en una reunión con sus comandantes de las SS.
En ese momento habían sido asesinados más de 4 millones y medio de judíos.
Heinrich: La mayoría de ustedes sabe lo que significa que haya 100 cadáveres juntos, cuando hay 500 o cuando hay mil.
Hemos llevado a cabo la tarea más difícil por amor a nuestro propio pueblo.
Y al hacerlo, no hemos sufrido ningún daño en nuestro interior, en nuestra alma, en nuestro carácter.
Este es un capítulo de gloria en nuestra historia que jamás se ha escrito y que nunca se escribirá.
Narrador: Himmler estaba haciendo todo lo posible para evitar que ese capítulo se escribiera.
Ordenó a sus hombres desmantelar y ocultar los sitios de los centros de exterminio en Sobibor, Belzec y Treblinka en donde habían sido asesinados más de un millón y medio de seres humanos, e insistió en que se obligara a los prisioneros a desenterrar a los muertos, quemar sus cadáveres y reducir sus huesos a polvo.
Luego, ordenó asesinar a los prisioneros que habían hecho ese abominable trabajo para que nadie se enterara nunca de lo que habían visto o hecho.
Entretanto, en el frente oriental, "los escuadrones de exhumación" especiales se estaban retirando en anticipación al avance del Ejército Rojo, asegurándose de que las fosas comunes de las personas que los Einsatzgruppen y sus cómplices habían asesinado en 1941 y 1942 también quedaran vacías.
Pero en la Polonia ocupada por los nazis, dos centros de exterminio siguieron con su mortal trabajo diario: Majdanek y Auschwitz -Birkenau.
Mientras que otro que había sido cerrado, Chelmno, volvió a operar.
Daniel: Al entrevistar a sobrevivientes que pudieran dar relatos de primera mano, a personas que eran jóvenes cuando esto pasó, oyes cosas que... uno cree haberlo oído todo, pero no es así, créanme.
No hay fondo, como dijo uno de mis sobrevivientes, no existe un límite a las cosas que unas personas pueden hacerle a otras.
Las estructuras que consideramos como nuestra vida civilizada se derrumban muy fácilmente, con gran facilidad.
Mujer 1: "Dejé unas fotos de mis seres más queridos "con la esperanza de que alguien las encontrara al excavar "y buscar entre la tierra.
"Y que esa persona "tuviera la amabilidad de dárselas "a uno de mis parientes o amigos en Estados Unidos o Palestina, "si es que quedaba alguno.
Me llamo Frieda Niselevitch y nací en Vaiguva".
Narrador: Dos días después del discurso secreto de Himmler y tres días antes del Yom Kipur, el Día de la Expiación judío, Peter Bergson organizó una marcha de 400 rabinos, en su mayoría ortodoxos, hacia el Capitolio.
Por temor a que incentivara el antisemitismo, el escritor en jefe de discursos de Roosevelt, Sam Rosenman, y la mayoría del puñado de congresistas judíos se había opuesto a la marcha.
Los rabinos cantaron el himno de Estados Unidos, recitaron el "Kadish", la oración judía para los muertos, y se reunieron con el vicepresidente Henry A. Wallace.
Hombre 4: Le pedimos al Señor, bendito sea Él, que nuestro misericordioso presidente Franklin Delano Roosevelt reconozca este trascendental momento de nuestra historia y la responsabilidad que la Divina Presencia le ha encomendado, para que pueda salvar a los que quedan del pueblo del Libro, el pueblo de Israel.
Y oramos que el Señor nos ayude para obtener una victoria completa y rápida en todos los frentes contra nuestros enemigos y que seamos bendecidos con la paz eterna.
Narrador: El presidente no recibió a los rabinos.
No obstante, generaron un gran impacto.
Varios senadores y congresistas presentaron una resolución en la que pedían una comisión con la tarea de salvar, de alguna manera, 'a los judíos sobrevivientes de Europa'.
El secretario de Estado adjunto Breckinridge Long testificó en contra de la comisión, durante cuatro horas, a puerta cerrada.
Dijo que no había necesidad de tal comisión, ya que el Departamento de Estado había recibió a 580.000 'refugiados' en Estados Unidos desde 1933.
No era cierto.
El verdadero número de refugiados era un tercio de esa cifra.
Deborah: En su testimonio, Breckinridge Long, claramente tergiversó, algunos dirían que mintió, pero lo mejor que se puede decir es que fue una completa tergiversación del historial de Estados Unidos.
Estaba obsesionado con impedir que cualquier refugiado viniera.
Narrador: La resolución se estancó en la Cámara de Representantes.
Y cuando el testimonio de Long se hizo público, dos semanas después, el congresista de Brooklyn, Emanuel Celler, exigió su renuncia inmediata.
Emanuel: "Los sacudidos por la tormenta "reciben poco consuelo "de hombres como Breckinridge Long.
"Si hombres de su condición y filosofía siguen frente "de la administración de inmigración, "bien podríamos retirar la placa de la Estatua de la Libertad y apagar la 'antorcha junto a la puerta dorada'".
Narrador: A finales de 1943, Gerhart Riegner seguía esperando la importantísima licencia que necesitaba para ayudar a los judíos en Rumania y Francia que John Pehle había aprobado cinco meses antes.
Breckinridge Long y su personal siguieron dando largas, imponiendo todas las barreras posibles, a pesar de que el presidente había dejado constancia de que estaba a favor.
John: Los encargados de manejar el tema de las visas, así como la política del Departamento de Estado, parecía ser, que en lugar de facilitar la entrada de refugiados, había que obstruir los procesos.
Así de simple.
Narrador: El secretario del Tesoro, Henry Morgenthau, Jr. era amigo íntimo del presidente y su vecino en el norte del estado.
Además, era el único judío del gabinete.
Durante todo el régimen de Hitler, se había cuidado de no parecer que buscaba un trato especial para sus compatriotas judíos.
Pero, esto era demasiado.
Confrontó a Long y al secretario de Estado Cordell Hull.
La licencia finalmente se emitió, pero durante la investigación para saber el porqué de la demora, el personal de Morgenthau descubrió que el Departamento de Estado había ocultado, de manera deliberada, los informes de Riegner desde Suiza sobre el exterminio de los judíos.
John: En el Departamento de Estado la gente decía: "No envíen más mensajes sobre lo que pasa con los judíos".
Rebecca: El Departamento de Estado fue obstruccionista adrede.
Retrasaron el dinero destinado a ayudar a los judíos en la Europa ocupada, y mintieron sobre esto para acabar con los mítines, las protestas, y las exigencias al Gobierno.
Narrador: Los indignados asistentes de Morgenthau escribieron un informe interno en el que presentaron las evidencias del engaño por parte del Departamento de Estado.
Hombre 5: Al parecer, ciertos funcionarios responsables de este Gobierno tenían tanto miedo de que el Gobierno tomara medidas para salvar a los judíos de Europa si se daban a conocer los repugnantes planes de Hitler para exterminarlos, que intentaron ocultar los hechos.
Dejamos a su criterio si esta actuación convirtió a dichos funcionarios en cómplices de Hitler en su programa o si estos funcionarios son criminales de guerra en todo el sentido del término o no.
Narrador: El personal del Tesoro tituló el documento "Informe al secretario sobre el consentimiento de este Gobierno en el asesinato a los judíos".
Pero Morgenthau, que comprendía a su jefe mejor que muchos, suavizó la retórica de acusación y le cambió el nombre simplemente a: "Informe personal para el presidente".
El propio padre de Morgenthau, quien había sido embajador en el entonces Imperio Otomano entre 1915 y 1916, había tratado sin éxito de convencer al presidente Woodrow Wilson de intervenir a favor de cientos de miles de civiles armenios que estaban siendo masacrados de forma sistemática por soldados otomanos.
Lo denominó "asesinato racial".
Rebecca: Henry hijo fue a Turquía, a Constantinopla, la actual Estambul, a ver a su padre cuando todo esto estaba sucediendo.
Le menciona eso directamente a Roosevelt, le dice: "Tú recuerdas lo que vio mi padre, y lo que yo vi en Armenia.
No podemos dejar que eso vuelva a pasar".
Ser Secretario del Tesoro y poderle hacerle ver a su viejo amigo lo acontecido en el pasado y decir: "Podríamos actuar mejor ahora".
Narrador: Después de una reunión con Morgenthau y Pehle, Roosevelt emitió una orden ejecutiva, el 22 de enero de 1944, en la que estableció la Junta para los Refugiados de Guerra, la única agencia que alguno de los Aliados creó puntualmente para hacer lo que se pudiera por los judíos que seguían bajo la amenaza de los nazis.
Los fondos fueron autorizados y John Pehle fue nombrado director, decidido a desarrollar lo que él llamó: "un simple trabajo para salvar vidas".
John: Lo más importante sobre la Junta para los Refugiados de Guerra fue que la política de Estados Unidos cambió drásticamente de un día para otro.
Rebecca: En Europa ya habían matado a cinco millones de judíos.
Pero todavía había millones escondidos o que estaban en campos de concentración o que creían estar relativamente a salvo; que podían salir, que podían ser rescatados, que podían cruzar fronteras, que podían mantenerse con vida lo suficiente para ser liberados.
Narrador: El trabajo que hicieron los representantes de la Junta en Europa fue improvisado y clandestino.
La política oficial de Estados Unidos prohibía el pago de sobornos.
Los hombres de Pehle no prestaron mucha atención a eso.
Rebecca: Lo primero que hizo la Junta para los Refugiados de Guerra fue optimizar el proceso de las licencias, y las organizaciones de ayuda humanitaria pudieron enviar dinero a Europa con más facilidad.
Al final de la guerra, la Junta había aprobado el envío de 11 millones de dólares en ayuda a la Europa nazi que se usaron para comprar armas para los rebeldes, y para sobornar a guardias fronterizos.
El drama de los judíos variaba según dónde estuvieran en Europa.
Si estaban en Francia, quizás podían escapar por la frontera con España o Suiza.
Entonces, Estados Unidos presionó a la guardia fronteriza de España y Suiza.
Si estaban en Rumania o Bulgaria, quizás podían abordar un barco y llegar a Turquía, y luego ir en tren a Palestina.
La Junta para los Refugiados de Guerra trabajó con los Gobiernos para facilitar ese proceso.
Y si estaban en Polonia, podían necesitar kits de alimentos o documentos para poder esconderse.
Entonces la Junta para los Refugiados de Guerra trató de ayudar con eso.
Tenían todo un conjunto de medidas distintas que tuvieron un impacto real en la vida de las personas que lograron sobrevivir.
Narrador: Gran parte del trabajo más eficaz de la Junta se enfocó en Hungría, que a comienzos de 1944 seguía siendo el hogar de unos 800,000 judíos, la población de judíos más grande que quedaba en Europa.
Su regente, el almirante Miklos Horthy, había sido aliado de los nazis desde 1941 cuando sus tropas se unieron a la invasión alemana de la Unión Soviética.
Pero el ejército húngaro fue destruido en Stalingrado.
Dado que la derrota de los nazis ahora parecía ser inevitable, Horthy comenzó a explorar en secreto la posibilidad de un tratado de paz con los Aliados por separado.
Cuando Hitler se enteró, envió tropas para que ocuparan el país e insistió que Horthy cooperara en deshacerse de la población judía de Hungría.
Entre mayo y julio de 1944, unos 440.000 judíos húngaros fueron atrapados y deportados.
338.000 de ellos fueron asesinados al llegar a Auschwitz.
Tantos, que los cuatro crematorios no fueron suficientes y tuvieron que cavar pozos para hacer hogueras y trabajar constantemente para deshacerse de tantos cadáveres.
Miembros del Estado secreto polaco lograron ingresar una cámara a Auschwitz para que cinco valientes prisioneros pudieran documentar lo que estaba sucediendo con los húngaros y otros prisioneros.
Mientras cuatro hombres vigilaban, un quinto hombre tomó cuatro fotografías desde su cadera y no se atrevió a enfocarlas.
El rollo fue sacado del campo dentro de un tubo de pasta de dientes.
Estas son las únicas fotografías del proceso de asesinato en Auschwitz.
Entretanto, en Hungría, La Junta para los Refugiados de Guerra ayudó a orquestar una enorme serie de amenazas y condenas a nivel internacional para persuadir a Horthy de no seguir colaborando en la masacre.
Entonces, el 2 de julio, bombarderos de Estados Unidos atacaron refinerías de petróleo en las afueras de Budapest y lanzaron panfletos sobre la ciudad prometiendo castigar a los perpetradores.
Cinco días después, Horthy ordenó detener las deportaciones.
En las provincias de Hungría ya no quedaban judíos, pero unos 230.000 todavía sobrevivían en Budapest y eran objeto de persecución.
Temían que las deportaciones se reanudaran en cualquier momento.
Para protegerlos, y para recopilar recuentos de primera mano de lo que estaba sucediendo en Hungría, la Junta para los Refugiados de Guerra hizo un llamado a las naciones neutrales, como Suiza, Portugal y Suecia, para que ampliaran su presencia diplomática en el país.
Sus diplomáticos en Budapest comenzaron a emitir los llamados 'documentos de protección' a los desesperados judíos, que eran hojas adornadas con escudos de armas y cubiertas de sellos que parecían oficiales, con el objetivo de persuadir a la policía húngara y a los funcionarios alemanes de que sus portadores estaban bajo protección internacional.
Timothy: No es casualidad que la Junta para los Refugiados de Guerra lograra hacer una diferencia en Hungría, porque es... era un país que era un Estado soberano, en donde aún no había diplomáticos, al que se podían enviar diplomáticos con maletines llenos de dinero y emitir documentos, y hacer la diferencia.
Narrador: El 9 de julio, un empresario sueco de 31 años llamado Raoul Wallenberg, llegó a Budapest para acelerar el proceso.
Fue nombrado como agregado sueco, pero la Junta para los Refugiados de Guerra lo había reclutado y en parte lo financiaba.
Para él, su misión era llevar a cabo un programa estadounidense.
Estableció hospitales, guarderías y un comedor comunitario.
Emitió miles de documentos de protección y rentó 32 casas seguras para quienes los portaban.
Diplomáticos de otros países neutrales también participaron en operaciones de rescate, en particular el vicecónsul suizo, Carl Lutz.
Pronto, ya había 37.000 judíos que vivían bajo la protección de Suecia y Suiza en lo que se denominó el 'gueto internacional'.
Cuando Hitler reemplazó el Gobierno de Horthy con fascistas más fervientes, que reanudaron la deportación de judíos, Wallenberg intervino lo más que pudo para lograr la liberación de quienes tenían documentos de protección o falsificados.
De los casi 150.000 judíos en Budapest que sobrevivieron a la guerra, se cree que unos 120.000 le deben la vida a Raoul Wallenberg y sus compañeros diplomáticos de países neutrales.
Es imposible calcular cuántas decenas de miles de vidas salvó la Junta para los Refugiados de Guerra, de forma directa o indirecta.
Rebecca: Ellos eran unos estadounidenses que estaban tratando de hacer el bien.
Y los hemos olvidado, en parte debido a que hay una narrativa y un recorrido más largo en nuestra memoria de un Estados Unidos que no hace lo suficiente, que es indiferente, que engaña, que no trata de salvar gente.
Hubo un grupo de personas en el gobierno de Estados Unidos que estaba tratando y que salvaron decenas de miles de vidas hacia el final de la Segunda Guerra Mundial.
Eso no es cualquier cosa.
John: Este es el servicio de la BBC.
Primer comunicado del cuartel general supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada... Dwight Eisenhpwer: Pueblo de Europa Occidental.
Esta mañana atracamos en la costa de Francia con tropas de la Fuerza Expedicionaria Aliada.
Esto forma parte del plan de acción conjunta de las Naciones Unidas por la liberación de Europa.
En conjunto con nuestros grandes aliados rusos.
Tengo un mensaje para todos ustedes.
Aunque el asalto inicial no haya ocurrido en su propio país, la hora de la liberación se acerca... John: Así concluye la transmisión del cuartel general supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada.
Ana: "Martes 6 de junio de 1944.
"Este es el Día D, anunció la BBC a las 12.
"Hoy es el día, la invasión ha comenzado.
"Lo mejor de la invasión "es que siento que vienen amigos en camino.
"Esos horribles alemanes "nos han oprimido y amenazado por tanto tiempo, "que la idea de amigos y de la salvación significa todo para nosotros".
Narrador: En 24 horas, los aliados ya habían hecho un hueco de 45 millas en el Muro del Atlántico de Hitler, en Normandía.
Más de 150.000 hombres ya estaban en la costa de Francia y más hombres, más equipo y más suministros llegaban todos los días.
Guy: Y de repente estaba en suelo francés y una voz a unos cientos de yardas, uno de mis amigos estaba gritando: Stern, ven enseguida para acá.
Tenemos demasiados prisioneros y te necesitamos.
Narrador: Guy Stern, ahora sargento del estado mayor, llegó a la costa al tercer día, después del Día D. Era parte de unidad especial de inteligencia del ejército, en la que había muchos judíos refugiados entrenados para interrogar soldados a medida que se rendían.
Guy: Mi incentivo personal era que, si lograba que la guerra fuera más corta por... digamos, una hora, sería posible, si mi familia, de alguna manera, escapaba de los mismos peligros como las otras, yo estaría ahí, justo a tiempo, para ser su salvador.
Narrador: En los siguientes tres meses murieron casi 50.000 estadounidenses en la lucha por liberar a Europa Occidental de los nazis.
A medida que los Aliados luchaban y avanzaban al interior, Guy Stern y sus camaradas interrogaron a cientos de prisioneros y recopilaron información vital sobre movimientos de tropas y la ubicación de objetivos industriales.
También interrogaron a un médico nazi que se jactó con orgullo de haber supervisado la matanza de miles de personas con discapacidad a quienes Hitler se refirió como 'indignos de vivir'.
Entretanto, el Ejército Rojo, que había sufrido millones de bajas, avanzaba hacia Polonia desde el este.
Cuando llegó, se encontró con el campo de exterminio de Majdanek, en donde 18.000 judíos habían sido asesinados en un solo día en 1943, en una operación que la SS llamó 'Festival de la cosecha'.
El espectáculo de cientos de prisioneros de guerra famélicos que los alemanes habían abandonado y las pruebas fehacientes del alcance industrial de la masacre nazi, fueron el primer vistazo de los corresponsales aliados a un centro de exterminio alemán.
Deborah: Cuando Majdanek fue liberado había reporteros estadounidenses en el lugar.
Enviaron informes libres de las dudas que se plantearon cuando Babi Yar había sido liberado unos meses antes.
Los estadounidenses comenzaron a ver la imagen completa.
William: "Ya estoy listo para creer en cualquier relato "de atrocidades alemanas, "sin importar qué tan salvajes, crueles o depravadas sean".
William H. Lawrence.
Hombre 6: Llegan 20.000 heridos a Nueva York.
Aquí tenemos al viejo y bueno Estados Unidos.
Narrador: El 3 de agosto de 1944, un convoy de 29 barcos de la armada entró al puerto de Nueva York.
El transporte de tropas Henry Gibbins traía soldados y marineros heridos, pero también traía 982 civiles refugiados de 18 países, que fueron elegidos entre miles de refugiados que habían logrado llegar al territorio Aliado en Italia.
Su destino era Fort Ontario, Nueva York.
Ray Morgan: Bajo la supervisión de la Autoridad de Reubicación de Guerra, este tren con 982 refugiados de la guerra total de Hitler que llegaron a Estados Unidos... Narrador: La idea de su llegada surgió con John Pehle y la Junta para los Refugiados de Guerra, que propuso un programa de prueba, por fuera del sistema de cuotas, para traer refugiados a campos en Estados Unidos hasta que acabara la guerra y pudieran regresar a casa.
La Casa Blanca encargó una encuesta Gallup y esta mostró que 70% de los estadounidenses ahora respaldaban la idea de albergar refugiados europeos de forma temporal.
De los refugiados, 918 eran judíos.
El resto eran de varias denominaciones cristianas, para que el público no pensara que este era un proyecto para refugiados judíos nada más.
Para algunos refugiados, todo les recordaba demasiado a los campos de concentración de los que habían escapado: barracas destartaladas rodeadas por alambrados con alambre de púas arriba.
Pero la mayoría sentían alivio y gratitud.
"Esto es el paraíso", dijo uno.
Otra se regocijó en que ahora tenía una "villa en el lago Ontario".
"Esta es la primera vez que he sido feliz en 11 años", dijo un tercero.
A algunos lugareños les molestaban los extranjeros, pero, la mayoría fueron amigables.
Pronto comenzaron a pasarles comida y leche, muñecas y hasta bicicletas por el alambrado.
Los niños refugiados entraron a la escuela, a los Boy Scouts y a los Brownies.
A sus padres les daban pases diarios, pero tenían prohibido trabajar fuera del complejo para que no compitieran con empleos estadounidenses.
La primera dama y la esposa de Henry Morgenthau visitaron a los refugiados.
La señora Roosevelt quedó conmovida por el carácter que les permitió soportar todo eso y en privado le parecía absurdo que tuvieran que volver a casa algún día.
Después de la guerra, ella fue determinante para que a todos los que quisieran quedarse en Estados Unidos se les permitiera hacerlo.
Pero durante el resto de la guerra, no se ofreció ni siquiera refugio temporal a más refugiados en Estados Unidos por fuera de las cuotas limitadas.
Ana: "A pesar de todo, todavía creo que la gente "es buena de corazón.
"Para mí es absolutamente imposible "construir mi vida sobre una base de caos, "sufrimiento y muerte.
"Veo que el mundo se transforma lentamente en un desierto, "escucho el relámpago que se aproxima "y que un día también nos va a destruir, "siento el sufrimiento de millones.
"Aun así, cuando miro al cielo, "en cierto modo, "siento que todo va a cambiar para bien, "que esta crueldad también va a terminar, "que la paz y la tranquilidad volverán.
"Mientras tanto, debo aferrarme a mis ideales.
"Quizás llegue el día en el que pueda hacerlos realidad".
Narrador: La familia Frank había logrado evadir a los alemanes en Ámsterdam durante dos años y un mes, pero el 4 de agosto de 1944, un oficial nazi y varios policías neerlandeses los arrestaron junto con los otros residentes de su anexo secreto.
Los enviaron a Westerbork, un campo de detención para judíos en los Países Bajos a la espera de ser deportados al Este.
Allí, los ubicaron en la barraca 67 en la sección de castigo, reservada para aquellos que habían sido hallados escondiéndose.
Con la cabeza rapada y muy poca comida, los pusieron a trabajar en convertir partes de aviones de los aliados derribados en chatarra útil.
Todos los martes salían trenes del campo en dirección a Polonia.
La familia Frank fue obligada a abordar su tren el 3 de septiembre de 1944, junto con 1.015 personas más.
Ese fue el último tren en salir de Westerbork.
En tres días y dos noches llegaron a su destino: Auschwitz.
La familia Geiringer había sido encontrada antes por la Gestapo y también los deportaron a Auschwitz.
Eva: Los nazis nunca nos decían nada.
Así que no teníamos idea de a dónde íbamos y de lo que iba a ser de nosotros.
Había algunos campos de trabajo, pero tuvimos suerte de que nos enviaran a Auschwitz y no a Treblinka, por ejemplo, donde todos los pasajeros, no había selección, todos los pasajeros iban a la cámara de gas.
Ahí no tendríamos ninguna oportunidad.
Por lo menos teníamos una oportunidad, pero lo más terrible fue a la llegada, que hombres iban a un lado y mujeres al otro; esa fue la primera orden.
Se imaginarán la escena porque las personas creían, y, muchas veces era así, claro está, que nunca se iban a volver a ver.
Entonces, mi madre y mi padre se abrazaron, y Heinz y mi madre, y mi padre y yo.
Entonces mi padre hizo algo que recuerdo claramente.
Me tomó de las manos y me dijo: "Evertje, "es el nombre Eva en holandés, Evertje, Dios te protegerá".
Y eso fue... Eso me dejó sorprendida porque él no era muy religioso, pero en ese momento se dio cuenta de que nadie más podría hacerlo, pero si hay un Dios, me debería... me va a cuidar.
Y después los hombres se fueron.
Mi madre me dio un sombrero y un abrigo.
Yo no quería usarlos, hacía mucho calor, pero me dijo: bueno, tal vez nos sirvan más adelante.
Y entonces apareció el médico del campo, un hombre joven, muy inteligente y con una varita, como un director de orquesta.
Él nos observaba por una fracción de segundo y señalaba a la derecha o a la izquierda.
Y como el sombrero tenía un borde grande, él no se dio cuenta de lo pequeña que yo era; ese fue el primer milagro.
Nos dijeron riéndose que la familia de la que nos habían separado había sido llevada a unas duchas, pero no eran unas duchas, claro está, era gas.
Y en menos de 15 minutos todos estaban muertos.
Nos quitaron todo, después nos registraron.
A todos nos tatuaron.
Nos dijeron: "Ustedes no son seres humanos, "son como el ganado, que tiene un número.
"Si alguna vez los necesitamos, los llamaremos por su número".
Nos raparon la cabeza por completo y nos desnudaron, y nos dijeron: "Ahora les toca a ustedes ir a las duchas".
Por supuesto que no queríamos ir, pero nos metieron a empujones, pero eran duchas de verdad.
Nos metieron en nuestras barracas, que eran bajas y de madera con una especie de chimenea en el centro.
A ambos lados había literas de tres pisos, como jaulas.
Nos dijeron... ahí es donde van a dormir, mientras estén vivas.
Narrador: A finales de octubre, John Pehle recibió otro informe espantoso de Suiza.
Era un testimonio de primera mano de tres hombres que habían logrado escapar de Auschwitz y que incluía detalles precisos de lo que ellos habían visto ahí.
John: La Junta echó mano de esto.
Ya había pruebas de testigos.
Narrador: Pehle dijo que el informe lo tenían que leer los estadounidenses.
Rebecca: La publicación del informe de Auschwitz llegó a los titulares de todo el país.
A los informes en los que se explicaba a los estadounidenses lo que era Auschwitz y lo que había sucedido allí, los siguieron columnas de opinión sobre Auschwitz y lo que Estados Unidos tenía que hacer ahora que tenía esa información.
Deborah: Y el hecho de que la Junta para los Refugiados de Guerra lo diera a conocer.
No fue una organización judía, dijo el rabino Stephen Wise, "Viene de una fuente gubernamental.
Es mucho más difícil de descartar".
Daniel: A finales de 1944 se hizo una encuesta y la pregunta era: ¿cree que los alemanes asesinan judíos en campos de concentración?
La publicó el Washington Post.
El 76% de los estadounidenses creía que era verdad.
Pero entonces les preguntaron por cifras.
¿Cuántos judíos cree que han sido asesinados?
Y la gente no podía concebir la magnitud y el alcance del crimen.
Solo uno de cada cinco ciudadanos cree que más de un millón de judíos han sido asesinados.
En ese punto, ya eran más de cinco millones.
Eva: En un día ya estábamos cubiertas de piojos.
Los chinches eran del tamaño de una uña, la del pulgar, animales pequeños con patas que caminaban por la piel y te chupaban la sangre.
Y las picaduras picaban mucho y se infectaban, cosas así.
Una vez a la semana nos dábamos una ducha que nos despiojaba, pero nunca sabíamos si era gas o duchas.
Nadie tenía su periodo, era una bendición porque no hubiéramos podido con eso.
Es que los baños eran cemento con huecos en medio.
Y había que sentarse en un lugar que ya estaba sucio con diarrea.
Y si uno no se sentaba, porque uno trataba de no sentarse, te golpeaban para que te sentaras.
Lo otro era, cuando trabajábamos afuera, marchar, si querías escapar, no había forma de escapar.
Había perros ahí, perros que te despedazaban, te mataban, vimos que pasó.
Cuando te salías de la fila, te atrapaban y te llevaban de regreso al campo y allí había una especie de plaza central.
En todo el campo había espacios así.
Entonces levantaban horcas mientras nosotros veíamos, a todos nos llamaban y teníamos que ir a ver cómo colgaban a una persona lentamente mientras se le salía la lengua por la boca.
Teníamos que mirar, pero también cerrábamos los ojos, pero ellos se fijaban en que estuviéramos mirando.
Había personas que ya no podían soportarlo y que querían morir.
Ni siquiera podíamos suicidarnos.
No teníamos cuerdas, tampoco pastillas; nada de esas cosas.
Lo único era lanzarte contra el alambre de púas electrificado, en el que la corriente era muy fuerte.
Entonces oíamos gritos terribles y veíamos a las personas quemarse sobre el alambre porque se quedaban pegados y ardían en llamas.
Narrador: Incluso antes de que se publicara el informe sobre Auschwitz, las organizaciones judías, con la esperanza de salvar a los miles de húngaros que seguían siendo enviados allí, les pidieron a los Aliados que bombardearan las vías férreas que conducían al campo y luego que bombardearan el mismo Auschwitz.
Su petición, finalmente, llegó a la Junta de los Refugiados de Guerra.
John: Dado que no éramos militares, no sabíamos si presionar al Departamento de Guerra para que enviaran bombarderos a cumplir este objetivo.
Bombarderos con los que, de otro modo, bombardearían ciudades alemanas.
Nos preocupaba la reacción de los estadounidenses... si morían soldados en esta suerte de expedición.
Analizamos mucho el tema y nos hicimos un examen de consciencia, porque nos preocupaba mucho que al hacerlo, matáramos a varios judíos.
Narrador: Pero después de leer el informe de Auschwitz, Pehle cambió de opinión.
John: Llegó un punto en el que sentimos que la situación era tan desesperada que teníamos que pedirle al Departamento de Guerra que lo hiciera.
Y así lo hicimos.
No solo deberían bombardear las vías férreas, también los crematorios.
Peter: Teníamos la capacidad de hacerlo porque las tropas aliadas habían avanzado lo suficiente por Italia y llegaron hasta una base aérea, en un lugar llamado Foggia.
Si volaban al noreste desde Foggia, un avión podría llegar a Auschwitz y regresar con un tanque de gasolina.
Narrador: Pero los Aliados ya sabían que las vías férreas podrían ser reparadas de un día para otro y que el tráfico ferroviario solo se podía detener por completo si una oleada de aviones bombardeaba las vías todos los días.
En esos reiterados bombardeos que habrían sido necesarios para garantizar la destrucción de las cámaras de gas y los crematorios, cientos, sino miles de personas encerradas en los campos hubieran muerto o resultado heridas.
Los aviones Aliados eran asignados a otras misiones.
Primero, la de abrir paso para las tropas aliadas a través de los bosques de Normandía.
Después, la de destruir puentes para dejar atrapadas a las tropas alemanas que retrocedían y destruir el combustible y el armamento que alimentaba la máquina de guerra nazi: todos objetivos militares que buscaban acabar la guerra de la forma más rápida posible.
Hombre 7: Tres aviones vienen a las 9 en punto.
No los pierdan de vista.
Narrador: Más de 52.000 aviadores estadounidenses fueron asesinados tratando de alcanzar esos objetivos de los Aliados.
Hombre 8: !¡Tenemos un motor en llamas!
Hombre 7: !¡Elévalo!
Peter: Si el público estadounidense se hubiera enterado, en 1944, que... pilotos, aviones y tripulaciones habían caído en bombardeos no militares, eso hubiera generado muchas repercusiones.
Narrador: El secretario de Guerra adjunto de Estados Unidos, John McCloy, descartó la idea de bombardear Auschwitz como 'inviable'.
La misión, escribió: "Hubiera tenido un impacto incierto, si no peligroso".
Daniel: Estados Unidos estaba bombardeando zonas de municiones alemanas a 4 o 5 millas de Auschwitz.
¿Le hubieran dado a su objetivo?
Esa... esa es otra cuestión.
Narrador: Los llamados 'bombardeos de precisión' en la Segunda Guerra Mundial fueron supremamente imprecisos.
Un estudio demostró que solo uno de cada cinco bombarderos atinó dentro de 5 millas del objetivo.
Cuando las bombas aliadas dirigidas a la planta de combustible y caucho I.G.
Farben, a varias millas, cayeron en Auschwitz por accidente, matando a docenas.
Un médico neerlandés testificó el temor y la agonía que él y sus compañeros prisioneros habían sentido.
Pero otros, como el futuro escritor Elie Wiesel, más adelante recordó que hubiera estado dispuesto a que lo bombardearan si eso ponía fin a la matanza.
No existen evidencias contemporáneas de que se haya consultado a Roosevelt sobre si bombardear Auschwitz, pero, muchos años después, John McCloy afirmó que había hablado con él y que el presidente rechazó la idea sin pensarlo.
Dijo que recordaba que el presidente había dicho que: "no quiero tener nada que ver en eso.
"Nos van a acusar de participar en una acción terrible".
Deborah: Creo que debieron hacerlo.
No porque hubieran podido rescatar a un mayor número de esos seis millones, sino como una declaración, un mensaje a los alemanes: "Sabemos lo que están haciendo.
"No podemos tolerar lo que están haciendo.
Esta es nuestra respuesta a sus acciones".
Sí, pudieron haber hecho eso.
Rebecca: No creo que haya una respuesta correcta a si debimos haber bombardeado Auschwitz.
No creo que la haya, porque no podemos mirar atrás y pensar que hicimos lo correcto.
Creo que es una de esas cuestiones trágicas en las que éramos los que sabíamos que había un campo de concentración ahí y no intentamos bombardearlo o que sabíamos que había uno y lo bombardeamos.
Bombardeamos prisioneros, a personas que, de otro modo, habrían podido sobrevivir.
Esa es la cuestión trágica de esto, no importa lo que hayamos hecho, creo que si miramos atrás y nos preguntamos lo que pasó, lo que habría pasado si hubiéramos hecho lo otro.
Narrador: A mediados de enero de 1945, los prisioneros en Birkenau y Auschwitz comenzaron a oír que la artillería rusa a lo lejos se acercaba y luego el sonido de vehículos alemanes que comenzaban a irse.
La última gasificación de 1.700 judíos ocurrió a finales de octubre de 1944.
Después de eso, la SS hizo estallar todas las cámaras y los crematorios, menos uno, quemaron registros e hicieron que los prisioneros comenzaran a marchar sobre la nieve de regreso a Alemania.
Entre 700.000 y 800.000 sobrevivientes de Auschwitz y veintenas de otros campos abandonados ahora se tambaleaban por los caminos o iban apiñados en carros de carbón abiertos, huyendo antes de la llegada de los soviéticos.
Cerca de un cuarto de millón fallecieron entre comienzos de año y el fin de la guerra, exhaustos o congelados, por disparos o quemados vivos por parte de sus guardas alemanes.
Unas 7.000 personas se quedaron en Auschwitz demasiado débiles para irse.
Cuando las marchas comenzaron, la madre de Eva Geiringer, Fritzi, estaba muy débil y enferma para moverse.
Eva se metió en la litera de su madre y se abrazaron para calentarse.
Eva: La mayoría de las personas ya no podían levantarse de sus literas.
Dijeron: "Salgan todos, vamos a marchar.
"Si se quedan, vamos a cerrar las barracas y quemaremos todo".
Mi madre estaba tan débil y estaba haciendo tanto frío.
Entonces dije: déjenos quedar, nos quedamos dormidas.
Seguro volvieron a gritar, salgan, pero no escuchamos.
Cuando nos despertamos, no había gritos, tampoco perros; todo estaba muy, muy vacío.
Entonces afuera de la entrada vi una criatura inmensa con carámbanos que colgaban de su cara y su... y toda la piel, y a la distancia creímos que era un oso, pero no lo era, era un soldado ruso que venía a investigar si el ejército debía luchar o si podían avanzar y ya.
Cuando entró y nos vio, dijo: "Bueno, tengo que volver a informar".
Entonces decidí ir al campo de los hombres para buscar a mi padre y a mi hermano.
Hacía muchísimo frío.
Había combates a nuestro alrededor.
Escuchaba las balas.
Me demoré unas seis horas.
No sabía a dónde ir, pero por fin lo encontré.
Y me encontré con dos personas que había conocido en Ámsterdam.
Una se me hizo muy conocida y le dije: creo... creo que usted es, yo lo conozco, pero se veía muy demacrado y pálido.
Era Otto Frank.
Narrador: Otto Frank apenas podía caminar después de una paliza espantosa y también lo dejaron atrás.
Medía casi 6 pies de alto, pero ahora solo pesaba 114 libras.
Eva: Y su primera pregunta, claro está: "¿has visto a mis niñas y a mi esposa?"
Pero no las había visto porque, bueno, había muchos campos distintos, pero él había visto a mi padre y a mi hermano.
En ese momento pensé: oh, muy bien.
Bueno, supongo que están vivos.
♪ [música] ♪ Narrador: Otto Frank más adelante le escribió a su madre en Suiza para contarle que había sobrevivido.
Otto: "No sé en dónde están Edith y las niñas.
"Hemos estado separados desde septiembre de 1944.
"Simplemente oí "que las habían llevado a Alemania.
"Tengo que mantener la esperanza de volverlas a ver bien y saludables".
Narrador: Con el tiempo, Frank se enteró de que le habían informado mal.
Su esposa no había sido enviada a Alemania.
En lugar de eso, había muerto en Birkenau, tan solo tres semanas antes de que llegara el Ejército soviético.
Hasta el final, Edith guardó pedazos de pan bajo su manta en caso de que, de alguna forma, volviera a ver a su esposo y a sus hijas.
Los soviéticos transportaron a Otto Frank y a Eva Geiringer, y a su madre en camión y tren a Odessa, en el mar Negro.
El hermano y el padre de Eva seguían desaparecidos.
Los refugiados fueron alojados en un palacio en mal estado que daba a la playa y les dijeron que debían quedarse hasta que la guerra terminara.
Frank escribió en su diario: "Todos están impacientes, "a pesar de que nos dan chocolate y cigarros todos los días".
Solo querían irse a casa.
Cuando los ejércitos aliados confluyeron en Alemania, en la primavera de 1945, uno a uno fueron encontrando los campos de concentración que el Reich había tratado de mantener en secreto.
Los soviéticos, que viajaban en dirección oeste, ya habían pasado por todos los seis campos de exterminio en los que más de 3 millones de seres humanos habían sido asesinados: Auschwitz, Belzec, Majdanek, Sobibor, Treblinka y Chelmno.
Tropas británicas y canadienses estaban a punto de capturar Neuengamme y Bergen-Belsen, en el norte de Alemania.
Y a comienzos de abril, soldados de la cuarta División Acorazada de Estados Unidos que estaba en busca de un supuesto cuartel general alemán, encontró Ohrdruf, uno de por lo menos 130 campos satélite que rodeaban un campo más grande... Buchenwald.
Estos campos dentro de Alemania no eran oficialmente campos de exterminio, como los de la Polonia ocupada, pero eran lugares donde enviaban a las personas a morir después de incalculables horas de ser forzados a trabajar, de inanición, de cansancio, enfermedades y desesperanza.
Entre los primeros estadounidenses que entraron a Buchenwald estaba un soldado raso, Benjamin Ferencz, quien había sido asignado a una nueva unidad encargada de investigar crímenes de guerra de los alemanes.
Benjamin: Subí a mi Jeep y corrí hacia allá.
Vi al oficial de tanques estadounidense que había liberado el campo, que había llegado primero.
Le dije: "tengo órdenes de implementar "una política del gobierno de Estados Unidos.
"Necesito diez hombres de inmediato "para que rodeen el schreibstube, la oficina donde se guardan todos los registros".
El crematorio estaba encendido, había humo en el aire, el olor de cuerpos quemándose.
Frente al crematorio había pilas de huesos.
Eran seres humanos.
Eran tan delgados que parecían huesos.
Estaban apilados frente al crematorio esperando a ser quemados.
Esa fue mi introducción al plan de Hitler en acción.
Pensé para mis adentros: esto no puede ser real.
Era increíble.
Pero era verdad y yo lo sabía.
Narrador: El comandante supremo de los Aliados, general Dwight Eisenhower, viajó para verlo con sus propios ojos.
Cuando a un joven soldado le dio risa nerviosa, Eisenhower lo miró con rabia: "¿todavía te cuesta odiarlos?"
Preguntó.
"Nos dicen que los soldados estadounidenses no saben por qué están luchando", dijo.
"Al menos ya saben contra qué están luchando".
Deborah: Cuando Eisenhower vio eso, ordenó que llevaran a una delegación del Congreso, junto con editores estadounidenses.
Y quedaron impactados.
Describieron lo que habían visto de forma muy detallada.
Creo que es un indicio de las persistentes dudas de que eso pudiera ser real.
También habla de la incapacidad de concebir algo así.
Y no lo digo como una crítica.
Lo digo porque esto es algo que desafía la imaginación.
Fue un asesinato de no creer.
Y era... necesario que ellos... enfrentaran personalmente las evidencias, los restos, para que lo comprendieran.
Narrador: Para asegurarse de que los estadounidenses entendieran la gravedad de la depravación de los nazis y para asegurarse de que las futuras generaciones no pudieran negar lo que había sucedido, Eisenhower insistió en que todo el personal militar en la región fuera a ver lo que los nazis habían hecho.
Guy: De hecho, estábamos estacionados en Weimar y habíamos oído del campo de Buchenwald.
Me quedé detrás del sargento Hadley, que era, tal vez, uno de los soldados de la policía militar más fuertes que conocía.
La gente me contó sus historias, pero estábamos hablando con esqueletos.
Los miré y comencé a... en ese momento era un soldado endurecido, pero no pude evitarlo, comencé a llorar.
Miré alrededor y el sargento Hadley, que era de una familia protestante en Ohio, estaba llorando como un niño, igual que yo.
Yo no pude soportarlo... pero ellos sí.
Los perpetradores que pudieron hacer algo así y las víctimas que tuvieron que soportarlo.
Narrador: Las tropas estadounidenses liberaron Nordhausen, Flossenberg, Mauthausen y Dachau, el primer campo de concentración de Hitler.
Un soldado llamado Joseph A. Wyant fue a ese lugar en su tiempo libre y luego le escribió a su padre.
Joseph: "Se ha descubierto este crimen en particular, pa', "pero para mí es peor el crimen "de difundir el pensamiento "que termina en esta clase de cosas.
"Aquí en Alemania sucedió en proporciones masivas, "pero quién sabe hasta qué punto "llegaron esas ideas "o en qué otros lugares pueda suceder.
"Pa', más importante que castigar "a los criminales aquí, "es erradicar su filosofía.
"Como ya te escribí antes, "esta no es una lucha entre naciones, "sino la lucha de la humanidad "por el derecho a existir.
"Si te parece, "quisiera que les leyeras esta carta a todos tus amigos.
Tu hijo del alma, Joe".
[hombre cantando] [hombre cantando] David: Hoy me presento en una doble condición.
Como soldado del Ejército estadounidense y como representante de la comunidad judía de Estados Unidos.
Como soldado estadounidense, les digo que estamos orgullosos, muy orgullosos de estar aquí, de saber que participamos en la destrucción de la tiranía más cruel de la historia.
Como soldado estadounidense, les digo que estamos muy, muy orgullosos de ser sus compañeros de armas, de recibirlos y saludarlos a ustedes, a los más valientes de todos.
Narrador: El 12 de abril, el mismo día que Eisenhower recorrió Ohrdruf, el presidente Roosevelt falleció en Warm Springs, Georgia, cuando todavía faltaban varias semanas para ganar la guerra, para la cual había tratado de preparar a sus compatriotas.
El 8 de mayo de 1945, los alemanes por fin se rindieron.
Hitler se había suicidado en su búnker, en Berlín.
Guy Stern todavía estaba en Alemania.
Antes de regresar a Estados Unidos, regresó a su ciudad natal para intentar averiguar qué había pasado con su familia.
Guy: Fui a Hildesheim.
Primero quedé abrumado al ver las ruinas de tantas cosas que había visto junto a mi madre.
Esta historia estaba hecha escombros.
Narrador: Su madre y su padre, su hermano y su hermana habían sido deportados desde el gueto de Varsovia, y Guy nunca volvió a saber nada de ellos.
Otto Frank y Eva y Fritzi Geiringer seguían en Odessa cuando se supo que la guerra en Europa había llegado a su fin.
Eva recordó que con la noticia, los pisos del palacio estallaron en júbilo desenfrenado, bailando, cantando, riendo y con declaraciones de amor entre tragos.
Pocos días después Eva, su madre y Otto Frank abordaron un barco con destino a Marsella.
La madre de Eva estalló en llanto cuando vio los manteles blancos y los cubiertos de plata dispuestos en el comedor.
El capitán les prometió a sus pasajeros que no era necesario que guardaran comida en sus cabinas.
Había suficiente de comer para todos.
Locutor: COMITÉ DE RECEPCIÓN DE JUDÍOS.
Narrador: Desde Marsella viajaron a Ámsterdam, donde esperaban retomar la vida que habían dejado atrás antes de que la Gestapo viniera por ellos.
Eso resultó imposible.
Eva: Mi madre recibió una carta de la Cruz Roja, muy fría: Su esposo Erich Geiringer, con fecha de nacimiento y su hijo Heinz, su fecha de nacimiento, fallecieron en Mauthausen, varios días antes de que el ejército estadounidense liberara ese campo.
Para nosotras, para mí, eso fue la última gota porque yo siempre digo: sobreviví porque creí que con el tiempo, la vida volvería a ser como era antes, pero cuando me di cuenta de que eso nunca iba a suceder, me deprimí muchísimo.
Eso fue más difícil que estar en el campo, porque allá tenía un propósito para sobrevivir, pero después pensé que ya no quería seguir viviendo; para mí eso fue muy, pero muy difícil de aceptar.
Incluso al día de hoy no lo he aceptado en realidad, sobre todo, porque mi padre era una persona muy fuerte en genera: mental y físicamente, pero creo que es probable, que Heinz muriera antes que él.
Y para él eso debió haber sido terrible, haberlo visto morir.
Él... él pensaba que su esposa estaba muerta, quizás creyó que yo no había logrado sobrevivir.
Y no creo que quisiera vivir por su cuenta, creo que simplemente se rindió.
Narrador: El 18 de julio de 1945, Otto Frank finalmente descubrió lo que le sucedió a sus hijas.
Las dos seguían con vida cuando él, Eva y Fritzi Geiringer fueron liberados de Auschwitz, pero el tifus se había propagado por Bergen-Belsen, el campo al que habían sido enviadas al norte de Alemania.
Se cree que Margot y Ana fallecieron en febrero, dos meses antes de que ese campo fuera liberado.
Eva: Otto nos vino a ver un día, parecía un fantasma.
Y, después de que se fue, mi madre dijo: "bueno, al menos nos tenemos a nosotras, pero este pobre hombre no tiene a nadie".
Tenía como 56 o 57 años en ese entonces.
¿Qué razones le quedaban para vivir?
Narrador: Uno de los gentiles neerlandeses que había escondido a los Frank había guardado el diario de Ana con la idea de entregárselo cuando regresara.
En lugar de eso, se lo dio a su afligido padre.
Otto no soportaba leer más de un par de hojas a la vez.
Eva: Tardó tres semanas para leerlo.
Estaba tan conmovido, siempre solía decir: "en realidad no conocía a mi propia hija".
Estaba fascinado por lo que ella había escrito.
Estaba tan orgulloso.
Cuando lo recibió, no tenía la idea de publicarlo, pero un maestro de historia dijo que era un documento tan valioso sobre esta época que tenía que publicarlo.
Deborah: En este país tuvo un recibimiento tremendo.
Se presenta en Broadway y luego se presenta en una gran película de Hollywood como un triunfo.
Nadie muere en esta historia.
Nadie es asesinado, no hay cámaras de gas.
No hay disparos, no hay nazis, solo aparecen en la última escena.
Es la historia de la victoria de una niña.
Es una historia maravillosa, un diario maravilloso.
Escribió cosas increíbles en él, pero no es la historia del Holocausto.
No es la historia de la Shoah.
No es la historia del genocidio.
Ana: A pesar de todo, todavía creo que la gente es buena de corazón.
Eva: Lo que dijo, de que todavía creía en el buen corazón de la humanidad, yo pensé: ¿cómo es posible?
Pero ella escribió eso antes.
Si lo hubiera escrito después, si hubiera sobrevivido, no habría escrito eso, creo yo.
Todavía creo que ella no hubiera dicho eso.
Narrador: La madre de Eva, Fritzi, con el tiempo se casó con Otto Frank.
Ella recordó: "por la tragedia de nuestras vidas, juntos encontramos una nueva felicidad".
Hombre 9: Este corto noticioso del Cuerpo de Señales quedó grabado oficialmente para la posteridad.
Tres hornos con capacidad para tres cuerpos, se usaban para cremar a los muertos.
No miren a otro lado.
Vean un horror increíble, pero cierto.
Estas viles bestias inhumanas se vanagloriaban de su campo de concentración en Nordhausen.
Narrador: Cuando la guerra terminó, los estadounidenses habían visto con sus propios ojos que los horrores nazis que tantos habían descartado como propaganda de guerra, eran demasiado reales.
Hombre 9: No hay palabras para expresar la repugnancia del mundo ante la carnicería organizada de Alemania.
Daniel: Recuerdo que una vez le dije a mi madre: ¿cómo era todo después de la guerra?
Me dijo... que la gente se sentaba a esperar noticias, que había como un silencio en el aire.
Finalmente, quizás en 1946 o 1947, llegó de la escuela un día y su padre estaba llorando en la mesa de la cocina con una carta en la mano.
Creo que esa escena se debió repetir en todo Estados Unidos.
Marlene: Acababan de recibir la noticia de que el tío Shmiel, sus cuatro hijas y su esposa habían sido asesinados.
Y hasta el día de su muerte, mi padre llevó las cartas que su hermano, Shmiel, había enviado, porque se sentía muy culpable de no haber podido sacar a Shmiel.
Deborah: La Alemania nazi logró su objetivo en muchos sentidos.
No lo consiguieron en su totalidad, pero los judíos nunca se han sustituido desde entonces.
Eleanor: "Tengo la sensación "de que dejamos que nuestras consciencias "se dieran cuenta demasiado tarde "de la necesidad de alzarnos en contra de algo "que sabíamos que estaba mal.
"Por lo tanto, tuvimos que tomar venganza, "pero no hicimos nada para evitarlo.
"Espero que, en el futuro, "recordemos que... "no podemos ceder, de ninguna manera, con las cosas que sabemos que están mal".
Eleanor Roosevelt.
Narrador: Decenas de millones de seres humanos fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.
Unos seis millones eran judíos que fueron asesinados por los nazis y sus colaboradores, dos tercios de todos los judíos que vivían en Europa.
La guerra dejó millones de desplazados, entre ellos más de un cuarto de millón de refugiados judíos que estuvieron confinados en abarrotados campos en Alemania, Austria e Italia, entre 1945 y 1952.
La mayoría no pudieron o no quisieron regresar a hogares que habían sido destruidos u ocupados, a vivir entre personas que solían ser abiertamente hostiles hacia ellos.
Deborah: Es fácil pensar que, después de la liberación de los campos y de que salieran las historias de lo que pasó, la gente se diera cuenta de que eso había sido el legado del antisemitismo.
Entonces lo destierran.
Desaparece, se acaba, se terminó, pero eso no fue lo que pasó y los debates sobre acoger a los refugiados dejan eso muy en claro.
Narrador: Al preguntarles si su país debería acoger ahora más refugiados que antes de la guerra, solo el 5% de los estadounidenses dijo sí, y más de un tercio dijo que deberían recibir menos.
Entre la primavera de 1945 y junio de 1947, menos de 15.000 refugiados judíos recibieron visas debido a que Estados Unidos siguió implementando el sistema de cuotas.
Otros países no fueron más receptivos.
Y Gran Bretaña siguió limitando la inmigración a Palestina hasta 1947 cuando puso el destino de la región en manos de las Naciones Unidas.
La ONU dividió el territorio entre judíos y árabes.
De manera legal e ilegal, más de 200.000 judíos europeos llegaron a la disputada tierra que en 1948 se convirtió en el Estado de Israel.
El Congreso, finalmente, flexibilizó sus restricciones un poco y en 1953 Estados Unidos recibió unos 80.000 sobrevivientes judíos.
Al mismo tiempo, entre los 170.000 refugiados gentiles que también fueron recibidos, había algunos exnazis y personas que colaboraron con ellos.
Llegaron durante la nueva Guerra Fría porque eran anticomunistas.
Hombre 10: Aquí ante el tribunal que representa a la civilización del mundo, la estructura nazi acusada de conspiración contra la paz y crímenes de lesa humanidad enfrenta un juicio.
Narrador: Como lo habían prometido los aliados, los líderes nazis fueron a juicio después de la guerra, el primer juicio internacional por crímenes de guerra en la historia.
Al igual que Hitler, Himmler y Goebbels se habían suicidado, pero otros cómplices de alto rango fueron acusados.
Hombre 10: En el tribunal, la dramática entrada de los ocho jueces y suplentes del Tribunal Militar Internacional que después de 10 meses del juicio penal más largo de la historia, están listos para dar su veredicto.
Muerte para once, prisión para siete.
La justicia ha alcanzado a estos principales criminales.
Benjamin: Los cargos que hemos presentado... Narrador: Hubo once juicios más en los siguientes tres años.
Benjamin: Los mismos actos que hemos listados.
Narrador: Benjamin Ferencz lideró la acusación contra 22 comandantes de las Einsatzgruppen y usó como evidencias sus propios informes sobre el asesinato en masa de judíos en la Unión Soviética ocupada.
Benjamin: Nunca había llevado un caso a juicio.
Muy pocas veces había estado en un tribunal.
Tenía las pruebas en mis manos, una pila de documentos.
Algunos de ellos fueron muy específicos.
En Babi Yar, matamos a, no sé, 33, 226 personas en dos días.
Ellos tenían todas las cifras y yo comencé a sumar.
Cuando llegué al millón, dije: es suficiente.
Narrador: Antes de la guerra, no existía una palabra para el crimen que cometió la Alemania nazi en contra del pueblo judío.
Daniel: ¿Entonces quién le da un nombre?
Raphael Lemkin, un refugiado judío polaco en Estados Unidos que perdió a 49 miembros de su familia.
Narrador: El jurista Raphael Lemkin sostuvo se necesitaba un nuevo marco legal y una palabra nueva para hacer que los nazis pagaran por la destrucción premeditada de una nación o una etnia.
Trabajó durante mucho tiempo tratando de encontrar la palabra correcta.
Combinó génos , la palabra del griego antiguo para raza o tribu, con la palabra latina cidio , para matar.
Benjamin: "Genocidio, "el exterminio de una categoría entera "de seres humanos, "fue uno de los principales instrumentos de la doctrina nazi ...".
Yo sabía que el genocidio no estaba tipificado como un crimen en nuestros estatutos.
Pero sentí, en cuanto a lo que sabía que Raphael Lemkin había intentado hacer, que tenía que incluirlo.
Además, en mis comentarios de cierre, dije: estos acusados escribieron la página más oscura de la historia de la humanidad.
La vida era un juguete para ellos y la muerte su herramienta.
Si estos hombres quedan impunes, entonces la justicia ha perdido su significado y todos tendremos que vivir con miedo.
Y yo... la Fiscalía descansa.
Deborah: Creo que Estados Unidos tardó muchos años en tomar distancia y comprender del todo que esta guerra era como ninguna otra.
Esta clase de genocidio patrocinado por el Estado de semejantes mega-proporciones.
Ese entendimiento no se dio sino hasta 1961 y el juicio de Adolf Eichmann, en Jerusalén.
Narrador: El teniente coronel de la SS, Adolf Eichmann, supervisó la deportación de más de un millón de judíos a guetos y campos de exterminio en la Polonia ocupada.
Zivia: Los sacaron de sus casas, vestidos... Narrador: Agentes israelíes lo capturaron en su escondite en Argentina y lo llevaron a Israel para enjuiciarlo en 1961.
Zivia: Y se los llevaron a ambos con los otros dos y a los cuatro les dispararon en la parte de atrás de la cabeza y las balas salieron por su frente.
Rivka: Sentí cuando me quitó al niño de los brazos.
El niño lloró y de inmediato le dispararon.
Narrador: Hablaron más de 100 sobrevivientes.
Su testimonio: sincero, desgarrador y que se transmitió a todo el mundo, les dio a millones de estadounidenses una mejor comprensión del horror de lo que ahora se llamaba El Holocausto.
Ada: Echó queroseno y gasolina debajo de esos judíos y les prendió fuego a todos los judíos.
Todo mientras usaban su chal de oración, sostenían su libro de oraciones y le suplicaban a Dios.
Lyndon Johnson: Este proyecto de ley que firmamos hoy, no es una ley revolucionaria.
Aun así, es una de las leyes más importantes de este Congreso y esta administración.
Porque repara un error muy profundo y doloroso en el tejido de la justicia estadounidense.
Corrige un error cruel y duradero en la conducta de la nación estadounidense.
Narrador: En octubre de 1965, más de 40 años después del esfuerzo tenaz del congresista por Nueva York Emanuel Celler, el Congreso aprobó una ley de inmigración que finalmente abolió el discriminatorio sistema de cuotas con base en el origen 'nacional' que le negó refugio a tantas personas desesperadas que trataban de huir de Hitler durante los años previos a la guerra.
Pero en la ley se fijaron límites para las personas del continente americano, que habían entrado y salido del país por generaciones, y no estableció disposiciones para la mayoría de los refugiados del mundo.
El presidente de Estados Unidos llevó a cabo la ceremonia de la firma en la Estatua de la Libertad.
Lyndon Johnson: Esta ley que firmamos hoy nos hace más fieles a nosotros mismos como país y como pueblo.
Nos fortalecerá de formas que no conocemos.
Hoy, todos podemos creer que la antorcha de esta gran dama hoy brilla más, y que la puerta dorada que resguarda resplandece a la luz de una mayor libertad para las personas de todos los países del mundo.
Nell: Los estadounidenses ahora estamos aceptando nuestro pasado.
Algo que sucede una y otra y otra vez en la historia de Estados Unidos es, por un lado, esta corriente de supremacía blanca y de antisemitismo.
Es una corriente fuerte y siempre está ahí.
A veces aparece, nos sorprende y la aplacamos de una bofetada, pero la corriente siempre está ahí.
No debería sorprendernos, no deberíamos pensar que eso no es Estados Unidos.
Lo es.
Timothy: Lo que la gente llama supremacía blanca no es algo aislado.
Debemos mirar atrás y decir: ¿cómo podemos cambiar para que podamos ser una república de verdad, o una democracia de verdad?
Si en el futuro vamos a ser un país, entonces tenemos que observar nuestra propia historia, lo que nos permite ver lo que éramos.
Así podremos convertirnos en algo diferente.
Y es que tenemos que convertirnos en algo diferente si queremos sobrevivir.
Jeff: Un manifiesto de 2.400 palabras lleno de odio hacia los negros, hispanos, judíos... Mujer 1: Él quería comenzar una guerra de razas, como dijiste... Donald: Mi primera hora en el cargo y esa gente se va. Ann: Esas culturas nos están cambiando, no al revés.
Multitud: !¡Los judíos no nos reemplazarán!
Stephanie: Cientos de nacionalistas blancos atacaron la Universidad de Virginia.
Multitud: !¡No nos reemplazarán!
!¡Los judíos no nos reemplazarán!
!¡Los judíos no nos reemplazarán!
Ellison: Sabemos que una persona falleció, además de los cinco que siguen en estado crítico.
Lulu: 11 fieles judíos fueron asesinados en una sinagoga en Pittsburgh.
Un hombre ha sido acusado de crímenes de odio y podría enfrentar la pena de muerte.
Al parecer, estaba motivado por teorías de conspiración sobre líderes judíos e inmigración.
Chuck: Intentamos averiguar lo que pasa en el recinto del Senado.
Josh Letterman nos cuenta lo que ocurre afuera.
Josh: Estamos viendo una situación que se ha puesto mucho, mucho más tensa en los últimos minutos... Hombre 12: !¡Vamos, ataquemos de una vez!
[bullicio] !¡Sí!
Multitud: !¡Traición, traición, traición, traición!
Locutor: CAMPO DE AUSCHWITZ, EL TRABAJO LIBERA.
Daniel: Las instituciones de nuestra civilización están bajo una presión tremenda.
No quiero decir que necesariamente vayan en la misma dirección, pero eso podría pasar porque las instituciones son meras convenciones y cuando alguien dice... acciona un interruptor y dice: oh, está bien dispararles a ancianas en un cementerio el sábado y después ir a misa el domingo.
La fragilidad del comportamiento civilizado es lo único que aprendemos en realidad.
Porque estas personas que ahora vemos en fotografías color sepia, se están desvaneciendo en el tiempo.
Ellos no son diferentes, no son diferentes a nosotros.
Miren a sus vecinos, a las personas en la tintorería, a los meseros en los restaurantes; ellos eran esas personas, no se engañen.
Guy: Hemos visto el punto más bajo del comportamiento humano y no existe garantía de que no volverá a suceder.
Si logramos que el mensaje sea claro, gráfico y comprensible, no como algo que se debe imitar, sino como una advertencia de lo que puede sucederles a los seres humanos, entonces, quizás tengamos un escudo que nos proteja de que se repita.
♪ [música] ♪ ♪ [música] ♪ Narradora: Vea la serie completa, acceda al detrás de cámaras y entérese de cómo presentar Estados Unidos y el Holocausto en el salón de clases.
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♪ [música] ♪ ♪ [música] ♪
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